Reseña de Taichí aquí y ahora

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Reseña de Taichí aquí y ahora

No es otro libro de taichí. Es nuevo.

No digo lo mismo que dicen todos los demás libros pero con distintas palabras. Digo algo distinto.

Digo que el practicante es más importante que la escuela y que la disciplina misma.

Digo que el taichí es un arte y que cada practicante debe asimilarlo, transformarlo en su interior y exteriorizar esa metamorfosis en la práctica.

Digo que hay que olvidar la forma, y buscar la conexión con el Ser desde el principio mismo.

Digo que el taichí copiado y pegado es de plástico y nunca podrá volverse parte de uno mismo.

A lo largo de diez años de conocer el arte, desde la teoría y desde la práctica, como lector, autodidacta, alumno e instructor, pero siempre con una mirada crítica e híper-exigente conmigo mismo, llego al entendimiento de que las diferentes escuelas son caminos que uno camina con zapatos ajenos. Sirven para marcar el rumbo, señalar el norte. Pero eso es todo.

La máxima realización no llega hasta que no nos apropiamos de la disciplina en nosotros mismos, hasta que no nos volvemos taichí nosotros mismos, más allá de cualquier maestro, de cualquier blasón o sistema de enseñanza.

Y, para eso, Taichí aquí y ahora, se pone manos a la obra de dos maneras: la primera, con un lenguaje cercano y directo, tratando el tema en toda la amplitud necesaria, pero siempre desde el foco de practicante antes que desde la disciplina; la segunda manera, es por medio de un viaje sin escalas directo a las fuentes, a los conceptos originales, y esto lo logra con un abreviado-extenso diccionario de términos claves en su idioma original (con ideogramas chinos y la romanización pinyin, que es la oficial reconocida por la República Popular China para “traducir” sus símbolos a nuestro abecedario occidental), para el entendimiento nuclear de la disciplina.

Taichí no es repetir una oración cien veces. Taichí es hacer poesía.

Y nadie puede hacer literatura por nosotros.